El rescate del peronismo

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    Por MARIO OPORTO *

    Néstor Kirchner llegó al gobierno en 2003 para llevar a cabo una doble operación de rescate. Para reorganizar la Nación, que estaba en un principio de disolución. Sin decisión soberana, con ausencia de una moneda única y valorada, con un gobierno central imposibilitado de ejercer el poder; todo derivaba en un escenario de crisis del sistema presidencialista de la Argentina y, por lo tanto, de su estructura política. También Kirchner rescató al peronismo.

    A fines del siglo XX, el peronismo tendía a ser el partido de la derecha argentina, un equivalente al Partido Republicano de Estados Unidos, o al Partido Popular español. Ese había sido el proyecto menemista de los ’90, y la inclinación de algunos sectores del «conservadorismo popular» bonaerense. Se estaba dejando en el olvido el origen de un movimiento de liberación que había nacido como síntesis histórica y alianza de clases en la Argentina de posguerra. Inspirado en esa referencia, que es «la» referencia histórica del peronismo, Néstor Kirchner realiza una nueva síntesis y una nueva alianza de clases dentro del movimiento nacional. Allí es donde el peronismo tuerce la historia de una tradición política que se direccionaba a ser la representación de la derecha argentina y se burocratizaba con limitada expresión partidocrática, especializándose en internas electorales y disputas menores, sin preocuparse por renovar el modelo de desarrollo nacional y liberación surgido en 1945.

    La aparición de Kirchner hace recuperar conceptos tradicionales del peronismo originario. Uno es la idea de que primero está la Patria, principio que se había invertido, reducido a un internismo que situaba a las ambiciones individuales en el primer nivel de importancia, sobre los logros colectivos tanto dentro del movimiento como del proyecto nacional.

    Otro principio básico recuperado (en este caso de Eva Duarte) es el que dice que donde hay una necesidad, nace un derecho. Se trata de un principio estructural en cuanto a la organización de nuestro pensamiento, y que también se había revertido. «Nace un derecho» estipulaba, no un deber de los más necesitados ante el reparador de injusticias.

    El ciclo político iniciado en el 2003 cambió radicalmente eso. Porque cuando la «necesidad es un derecho», ese derecho es universal e inalienable, como la Asignación Universal por Hijo o el Plan Conectar Igualdad.

    Juan Domingo Perón había postulado una síntesis entre dos grandes tradiciones de la política argentina: el nacionalismo y el socialismo. Lo que hace Néstor Kirchner es sintetizar esa tradición peronista con la tradición progresista de los derechos humanos y la democracia. A partir de allí se interroga: ¿cómo gobernar como justicialista?, ¿qué es ser justicialista en el gobierno? Estas preguntas nos llevan a una tercera: ¿cuándo se gobernó «justicialistamente» en la Argentina? En tres períodos: el del primer peronismo, el del breve lapso de los años ’73 y ’74 ; y a partir de 2003 hasta hoy.

    Estos 10 años hemos enfrentado los desafíos y objetivos que Perón planteó en la última etapa de su vida. El primero es la actualización doctrinaria. Porque si Néstor Kirchner fue el gran recuperador de los principios peronistas y el gran restaurador del Estado nacional como motor del desarrollo y del presidencialismo como conducción de Estado, Cristina Fernández produce la actualización doctrinaria más profunda desde la muerte de Perón.

    Esta década se ganó en el movimiento popular porque fue recuperado el objetivo del trasvasamiento generacional incorporando miles de jóvenes a la política, como parte de la militancia y como parte de la gestión del Estado, tal como lo plantea Perón en El Proyecto Nacional. Cuando hay un Estado los humildes se benefician, y cuando no hay Estado y sólo hay mercado, se benefician los más enriquecidos. Hoy, el Gobierno se sienta en una mesa a negociar con las corporaciones nacionales o  internacionales, y sabemos a quiénes se representa. Nadie se confunde. Tampoco en nuestra política exterior. Hemos vuelto a pensar en términos de solidaridad continental. Allí también se ganó una década. Pensamos bajo un principio de solidaridad continental porque formamos parte de un movimiento cuya doctrina es una doctrina mestiza, que piensa la civilización desde América Latina y no como un bien simbólico que hay que importar.

    Salir, por fin, del peronismo privatizador y pasar a recuperar la riqueza acumulada por el pueblo durante años, implica una ganancia de soberanía. En estos 10 años todo ha girado alrededor de la soberanía.

    Néstor Kirchner decía: «Nuestra política social es el modelo económico». Fue su manera de dividir las aguas. O se tiene un modelo económico con política social, y se es peronista en los hechos; o se tiene un modelo económico que sólo responda al mercado y se sea peronista sólo cuando se canta la Marcha.

    *Mario Oporto es diputado de la Nación.