La II Bienal de  muralismo irrumpió  con fuerza en la ciudad balnearia de Miramar

MIRAMAR- Un total de diecinueve murales y siete esculturas en proceso de finalización fueron  el trabajo de la exitosa II Bienal Internacional de Arte que se realizó hasta ayer en Miramar, un evento que convocó a una treintena de artistas nacionales e internacionales y que contagió de arte a una comunidad entera para ampliar el Parque de los Murales, un espacio verde único en su tipo ubicado a la vera del arroyo El Durazno, en la entrada de la ciudad balnearia.

Con un diseño radial integrado por más de una veintena de murales -hechos en técnicas de esgrafiado, bajorrelieve, trencadis y mosaiquismo- se elevó este parque, una suerte de exquisito museo al aire libre, que está cambiando el perfil urbano y que tiene como premisa dejar una patrimonio perdurable, donde el arte social y público funcione como disparador para despertar conciencias.

Aviso publicitario
banner moron

Organizado por la Secretaría de de Turismo, Cultura y Deportes del Municipio de General Alvarado, esta segunda edición fue  motor de una intensa actividad comunal que durante nueve días se mueve al ritmo del arte mural, con artistas trabajando en vivo, talleres y charlas paralelas y una cultura de emprendedorismo, sustentabilidad y ecología que atravezó la Bienal.

Mientras adolescentes en sus uniformes escolares preguntaron curiosos sobre las obras y sus mensajes, vecinas entusiastas llegaron con vajilla rota o restos de cerámica para colaborar con el entramado artístico, en tanto otros vecinos organizaron un aplauso colectivo para celebrar el legado de los artistas invitados. Miramar, por estos días, respiró arte, pero también y, con el imponente Atlántico de fondo, dejó que se consoliden los lazos solidarios.

Este inmenso parque de siete hectáreas con un anfiteatro para 1.800 personas ya posee 28 murales -en paredes de 3 por cuatro metros- realizados en la primera Bienal en 2013. «La idea es que este encuentro se posicione y tenga continuidad en el tiempo, que trascienda a la política», puntualizó María Eugenia Bove, secretaria de Turismo, Cultura y Deportes, quien apuesta a que Miramar -a sólo 45 kilómetros de Mar del Plata- integre «el mapa cultural argentino».

La complicada relación del hombre con la tierra, el misticismo y la espiritualidad como valores necesarios, un planeta en peligro, el amor como momento de remanso, la naturaleza en un lugar preponderante y el diálogo como un elemento de equilibrio son algunos de los mensajes que dejan en los muros los artistas llegados de toda la Argentina, pero también de México, Paraguay, Canadá, Italia y Japón.

«En estos espacios uno se va relacionando, el mural transforma, la llegada es diferente y la lectura debe ser simple, sencilla. El muralismo es una técnica para enseñar, educar y aprender, es para todos», resume la artista local Marité Svast, alma máter e ideóloga de la Bienal, quien, además, congregó a todos los participantes.

«El mural debe despertar conciencias, este trabajo que se está realizando es muy importante porque es de unidad. Se busca la convivencia fraterna y sensibiliza a las nuevas generaciones. Aunque no es un mensaje de protesta, mi obra es para visibilizar un medio ambiente que se debe proteger», definió Martín Rojas, eximio muralista mexicano que con una técnica mixta de mosaicos y acrílicos deja la impronta de la cultura de su país.

Otro de sus compatriotas, Pancho Cárdenas, plasmó unas enormes alas con una leyenda al frente: «Yo soy». «Pensé en la libertad y en la búsqueda. En la antigüedad, el hombre se buscaba en la Tierra, ahora hay estudios y nos damos cuenta de que somos parte del universo, un granito de arena. Todos tenemos un porqué en esta vida. El muralismo es una oportunidad de plasmar la historia y quise pintar un momento de introspección», explicó.

Con la laboriosa técnica de cemento directo y el armado de estructuras para dar relieve, Carlos Miranda, de Jujuy, sostuvo que el mensaje de su obra es el «equilibrio místico con la naturaleza, una reflexión sobre cuidar el planeta. Es una Pachamama agonizando que necesita que hagamos algo por ella».

Con una idea similar en mente, la neuquina Elisa Algranati retrató en esgrafiado -un fresco de revoque para exterior- a la «tierra pariendo la paz en un parto muy difícil» con elementos de la cosmogonía mapuche. Y reflexionó:»El mural no debe ser una confusión visual, sino una lectura clara. Es arte monumental y social y tiene una retroalimentación con el público».

Con la consigna de «Arte por la Paz-Encuentro con la tierra», Daniel Ruiz Holgado, de Tucumán, trabajó el diálogo de dos enormes picaflores «que nos invitan a la armonía y a la necesidad de preservar lo hermoso de la naturaleza entre tanto caos», en tanto, el italiano Maurizio Gobernatori rescató un aromo caído y trazó su «árbol de la vida», una escultura totémica de un tronco con vidrios y mosaicos de colores perfectamente colocados siguiendo las vetas originales. «Es una naturaleza que se transforma en arte, es devolverle la vida», reflexionó.

Con una composición que viajó desde Jujuy, Roberto Albizu recuperó bocetos y trazó su «Cósmica andina» donde la inspiración es el cielo americano. «El muralismo ofrece mucho conocimiento y saca a flote grandes movimientos, políticos y ecológicos, es una comunicación hombre-objeto y mural para el público», dijo este maestro de varias generaciones y gran transmisor del lenguaje mural.

Raúl Guzmán, reconocido artista catamarqueño, tiene a su cargo el muro más grande en la parte trasera del anfiteatro. Allí, entre andamios y cementos, realiza una obra monumental donde plasmó la presencia de «grupos antagónicos, es lo que pasa en la vida. Se cierran puertas y otras se abren», contó sobre este mural que concentra figuras de la cultura como Astor Piazzolla y Alfonsina Storni, pero también donde refleja la necesidad de paz social.

Más de cinco mil personas, entre ellos cientos de estudiantes en las visitas guiadas diarias, ya pasaron por esta Bienal a la vera de un arroyo que espera ser declarada como Patrimonio Nacional, y donde confluyen los elementos más auténticos del espíritu del muralismo, los de la colaboración y la camaradería entre todas las fuerzas vivas, la solidaridad humana y el aprendizaje.