
23 de agosto de 2004
Por primera vez, un represor indemnizó con su propio dinero a un familiar de desaparecidos. El entonces almirante Massera había desconocido la decisión de la Justicia, pero abonó para evitar que le remataran su departamento. Daniel Tarnopolsky entregó a las Abuelas de Plaza de Mayo los 200 mil pesos que recibió de manos del abogado de Emilio Eduardo Massera. Era la plata que el dictador debía pagarle como indemnización por la desaparición de su familia, secuestrada en 1976 por el grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). “Se lo entrego a las Abuelas para que este dinero espurio sea purificado y sirva para la búsqueda de los niños que todavía siguen desaparecidos”, dijo Tarnopolsky en una conferencia de prensa en la sede de las Abuelas de Plaza de Mayo. En este acto, Daniel hizo un pequeño homenaje a los suyos. “Para que vean que los desaparecidos son gente, no fantasmas”, sacó de un sobre de papel algunas fotos viejas y las mostró. “Este era mi padre, Hugo Tarnopolsky. Fue secuestrado el 15 de julio de 1976, era químico industrial, miembro de la Cámara Argentina de la Industria Química”, contó. Luego mostró la foto de su madre, Blanca, psicopedagoga clínica. “Ambos eran profesionales destacados, ciudadanos honrados. Fueron secuestrados, torturados, llevados a la ESMA y seguramente tirados al río”, afirmó serio y con su voz firme. Las siguientes fotografías fueron las de su hermano Sergio y su mujer, Laura De Luca. Ambos tenían 21 años y militaban en la Juventud Peronista. Cuando desapareció, Sergio estaba haciendo la conscripción en la ESMA y era asistente personal del represor Jorge “El Tigre” Acosta. El 13 de julio de 1976 Sergio contó a su familia que había sido obligado a limpiar sangre en un sótano y que había encontrado documentos tirados en el piso. La noche siguiente llamó a su esposa para avisarle que no iría a dormir porque lo habían acuartelado. El 15 secuestraron a Laura. Esa misma noche un Falcon verde estacionó en la puerta de la casa de la familia Tarnopolsky y un grupo de tareas se llevó a los padres. La última víctima fue la hermana menor, Betina, a quien sacaron de la casa de su abuela. “Ella es un símbolo de horror de la dictadura militar. Tenía quince años”, dijo con su foto en alto Daniel, que se salvó de la ESMA porque ese día durmió en casa de unos amigos.
El caso Tarnopolsky fue uno de los utilizados por la Cámara Federal para condenar a los ex comandantes en 1985. Ante la sanción de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y la imposibilidad de encarcelar a todos los responsables de la desaparición de su familia, Daniel inició una demanda por daños y perjuicios morales y financieros.