
Por Gustavo M. Russo.
Dicotomía es el real problema que se le presenta al electorado argentino para el 2023. Ya que nuestra población atraviesa en estos días la tirantez de muchas emociones informativas, de las cuales dudo, que puedan ser comprendidas correctamente por el común de la ciudadanía en su justa razón y en un tiempo eficaz para levantar rápidamente las defensas. Lo digo por la dificultosa concepción que presentan las internas partidarias y donde los medios, agitan una frustración constante jugando su punto de oro a la hora de disciplinar funcionarios judiciales y políticos. Transas que le son muy necesarias para desestabilizar a la sociedad en su favor.
Las tibias decisiones del Presidente Alberto Fernández en algunas cuestiones políticas, luego del aluvión económico neoliberal macrista y cursando la etapa de la post pandemia, se presentan como su principal debilitamiento, digamos: su talón de Aquiles. El problema que se le presenta al presidente es que prometió acciones propias de la mística peronista. Habló durante la campaña 2019 de los aciertos de Néstor, de la experiencia de Cristina, con sus ocho años de presidenta, de saber cómo llevar adelante la reforma judicial. Más tarde, apareció la posibilidad de estatizar Vicentín, dada a la deuda millonaria contraída con el Banco de la Nación Argentina, desde la época de González Fraga, del significado importante que era el de obtener la estrategia de la hidrovía del Paraná entre otros ríos, pero nada llegó a la militancia ni al pueblo, con el encanto del cumplimiento. Todas cuestiones que se fueron desvaneciendo en el corto espacio del tiempo, al igual que el arreglo económico con el Fondo Monetario Internacional. Notándose mucho su miedo a enfrentar los cambios profundos y significativos que necesita una gestión.
Argentina estará en campaña política durante el 2023 con una inflación inalcanzable que malhumora a cualquiera, con tasas de intereses bancarias de un 80 % a un 100% anual -y en aumento-, con hombres y mujeres que no pueden llegar a fin de mes, con un dólar que no para de subir, con medidas de privilegios para quienes cosechan soja, manteniendo una diferencia notable a la hora de liquidar sus exportaciones, generando una distribución muy inequitativa respecto a los demás productores, industriales y consumidores. Ni hablar de la salida de Martín Guzmán y en la forma que largó el ministerio de economía, con un extenso escrito de renuncia apuntando contra sus compañeros kirchneristas. Sin soslayar, la dificultad que aparece cuando se pierde las elecciones de medio término y el cambio ministerial, con la polvareda que ello trajo.
Pero la bronca no se puede esconder, le pertenece a propios y ajenos. Y son los propios quienes comienzan a expresarse críticamente dentro de la interna oficialista, para causar un cambio hacia el rumbo de esas promesas de campaña 2019. Particularmente, se reclama esa mesa de institucionalización del Frente de [email protected], algo que jamás se pudo concretar por falta de responsabilidad de los dirigentes que lo componen.
Hoy la agenda política presenta un mundial, con un equipo argentino que ilusiona. A los problemas económicos explicados sucintamente, se le agrega el asedio contra Cristina Fernández de Kirchner por parte del sector ultra conservador del Poder Judicial de la Nación, que en connivencia con el maniqueísmo puesto en marcha por el grupo Clarín pone en riesgo cualquier tipo de resorte punitivo del Estado y en peligro el orden democrático e institucional alcanzado hace 39 años, luego de la desaparición forzada de 30.000 personas por parte de los años de plomo que impuso la Junta militar de Videla y compañía. Todo tenía un fin económico mediante un disciplinamiento físico, mental y colonial que debía recaer sobre la población, algo nada saludable para los intereses soberanos. Simplemente transas que se mantienen.
Es por ello, que transcurrimos estos días entre la dicotomía de seguir tolerando que la mafia de Héctor Magnetto, a través de sus transas con pagos de dádivas a jueces federales, continúe al frente del poder gubernamental y oculto del territorio, condicionando con sus empresas la soberanía nacional, manteniendo el armado de un Estado paralelo de capitalismo voraz. O si como ciudadanos, luchamos para resistir y empoderarnos -contra ese puesto menor- para resistir a ese poder omnívoro, a ese régimen autoritario que todo lo consigue por medio de sus vinculaciones y obviamente insisto diciendo: por sus transas de antaño.
Los “republicanos liberales” de la oposición actual -que jamás leyeron una línea de las ideas de John Locke, es más ni lo conocen- pregonan qué es bueno y qué es malo, de acuerdo a la medición de su vara y con apoyo del blindaje mediático con el que cuentan. Los hechos políticos y sociales que provienen de su análisis, absolutamente prejuiciosos, preparan el campo de sus accionar político de la misma forma que con crueldad lo cuentan. Exteriorizando la moralina de tinte republicana, hacen notorio y sin detenerse a reflexionar, sus intenciones y pensamientos a flor de piel, creando sentido común y haciendo un permanente llamado a destruir todo lo que represente a los derechos humanos, al peronismo y a lo popular, disparando con lo que se tiene a mano contra la figura demagógica instalada de Cristina Kirchner. Recordando que lo mismo les ocurrió a Hipólito Yrigoyen y a Juan Perón.
El gesto burlón, repudiable y obsceno, dentro de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación por parte del Presidente del bloque Pro Cristian Ritondo, contra la Presidenta de la Cámara, Cecilia Moreau, resulta ser laudable. Pero el movimiento de manos de Lionel Messi de hacer el Topo Gigio luego de ganarle a los Países Bajos es todo lo contrario, una vergüenza. Así de pendular es el poder paralelo de la mafia, que no reconoce de ubicación, de fronteras, ni límite ético alguno. Su objetivo es reducir a pedazos o cenizas todo lo que puede ayudar a mejorar nuestra identidad nacional y a la alegría del pueblo. De ser necesario: extorsionar, asesinar, generar suicidios o amenazar, son moneda corriente para lograr notables utilidades hacia sus balances corporativos, como el endeudamiento con el FMI para favorecer sus negocios y la persecución a quien piensa distinto. Otras transas más para agregar.
En fin, la propuesta que se origina desde este macrismo recargado de odio -hoy llamado Alianza de Juntos por el Cambio- solo puede llevarnos a un pasado de proscripción, de violencia, de intolerancia, de autoritarismo, de pérdida total de recursos naturales, de desmalvinización, de mayor industricidio y de incremento del desempleo. Es decir, la dicotomía que se nos presenta es unirnos desde la diversidad, para hacer frente a la defensa de mayores derechos de accesibilidad sobre las cosas que nos merecemos, o permitirnos, que decidan sus planes de supremacía blanca por nosotros. Incluso, transas que financien con alevosía, sus oscuros propósitos dentro de un marco de ilegalidad manifiesta.
Por ende considero, que siempre será mejor la peor democracia escogida por un pueblo, que la mejor dictadura planeada y armada por estos sectores elitistas del pasado. Un pueblo puede equivocarse pero es perfectible en el tiempo, ya que todo pueblo, verdaderamente libertario, vota por un modelo de desarrollo productivo de nación, en cambio, cuando la elite sediciosa superpone sus intereses dominantes y sus transas por sus medios de comunicación y esbirros, lo hace para alcanzar y sostenerse dentro de un proyecto colonial intensivo que lo favorece.
Tenerlo presente no estará del todo mal: democracia participativa que contenga el desarrollo humano en su más amplio concepto o transas mafiosas, con la existencia de un pueblo reducido en su autonomía y dispuesto a fracasar permanentemente. Esa es sin lugar a dudas, la dicotomía en la Argentina actual.