Tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto rey imaginario, o no
La Justicia penó con 16 años de prisión a Daniel Bellini, el dueño de Pinar de Rocha, por el asesinato de su esposa, Morena Pearson. Después de casi tres años de proceso, los tribunales de Morón hallaron culpable al empresario, que siempre se caracterizó por llevar una vida por demás agitada.

Por Rody Rodriguez
«Mi negocio es la noche», solía decir Daniel Bellini, de 58 años, a quien quisiera escucharlo, explicando así una actividad un poco difusa, como la misma noche de la que Bellini siempre se sintió rey. Era difícil no sentirse monarca estando al frente Pinar de Rocha, un boliche emblemático por el que pasaron todas las estrellas imaginadas, del mundo real y del otro también, porque hasta Isidoro Cañones frecuentaba con su «amiga» Cachorra el mítico boliche de Ramos Mejía.
Hoy Daniel Bellini debe cumplir una pena de 16 años de prisión por haber asesinado a su mujer, la bailarina Morena Pearson, de 23 años. Morena era bailarina de Pinar, brillaba en el caño las noches «hot» que se habían convertido en clásico en el oeste. La madrugada del 21 de marzo de 2008 fue la noche de su último show, junto a Nazarena Vélez, que durante casi tres años animó las noches eróticas de Pinar.
Morena apareció con un balazo en la cabeza en la casa de la calle Brasil en Villa Sarmiento, que compartía con Bellini y su hija Priscila de un año y medio.
Bellini rápidamente dijo que fue un suicidio. El fiscal Matías Rapazzo no le creyó, lo acusó de homicidio y portación ilegal de arma de guerra.
EL MEJOR FALSIFICADOR
Para Bellini es un capítulo más de una vida escandalosa, que parece sacada de una película policial.
Ya a principios de los 90 estuvo preso acusado de una millonaria falsificación de dólares, que hizo que se lo considerara el mejor falsificador de la historia.
También ocupó una celda acusado de estafa a la sucursal Mendoza del Banco Nación. Y en 1994 se lo pretendió involucrar con el asesinato de otro empresario de la noche, Leopoldo Poli Armentano.
La fama de Bellini llega a su punto más alto, cuando el FBI investigó a una red de falsificadores que tenían su base en una quinta de Parque Leloir, partido de Ituzaingó.
Los investigadores norteamericanos siguen siempre de cerca, como medida preventiva, a las papeleras que producen papel de fibra de arroz, en el que se imprime el dólar. Siguiendo la ruta de ese tipo de papel, descubrieron compras en una fábrica española con destino a la quinta de Bellini en Parque Leloir, partido de Ituzaingó.
De acuerdo a información que manejaba la Reserva Federal de los Estados Unidos, allí se falsificaban dólares con un 98% de fidelidad a lo que es el billete original.
Tiempo después Bellini quiso aclarar la situación diciendo que «Esa quinta yo la había alquilado para tener una aventura amorosa con una señorita. Pero finalmente nos peleamos y quedó desocupada con nueve meses pagados por adelantado. Simultáneamente yo había comprado una imprenta para hacer la folletería de Pinar de Rocha y el encargado de ese trabajo me pidió hacer las impresiones allí porque le quedaba más cerca de su casa».
El imprentero era Héctor «Gallego» Fernández, un verdadero artista, que en diciembre pasado volvió a ser detenido, obviamente, por falsificación.
La justicia de Morón libró la orden de allanamiento a la quinta de Leloir, pero cuando la policía, llegó acompañada por una delegación de la Reserva Federal norteamericana y de INTERPOL, la quinta ya estaba vacía. La noche, de la que Bellini era rey, le había otorgado el beneficio de la amistad de muchos influyentes, capaces de alertar al amigo en apuros. Por ese aviso a tiempo pudieron escapar.
A los pocos días, Fernández y una asistente fueron detenidos, pero Bellini alcanzó a escapar hasta Paraguay. Según informes de ese entonces se estimaba que la banda había logrado hacer circular siete millones de dólares falsos.
Para el periodista Jorge D. Boimvaser que investigó la vida de Bellini, «para EEUU, la existencia de un circulante multimillonario de dólares falsos es una pesadilla que combaten tanto o más que al terrorismo. Les desestabiliza la economía y según voceros de entonces de la Reserva Federal, el principal adulterador del mundo de ese billete es la República de Irán (esto dicho hace casi dos décadas, cuando Teherán no era el fantasma que es actualmente). Pero después del Estado islámico, los mejores y más fieles billetes encontrados fueron los del ‘rey de la noche’ de Buenos Aires».
Daniel Bellini fue el único de la banda que logró huir. Lo hizo a una isla del Paraguay. Allí se sentía seguro, pero una de las mujeres detenidas tenía indicios de su residencia, y eso permitió, -tres años después-, y con alguna dificultad, que los agentes de INTERPOL, lograran capturarlo y traerlo detenido a la Argentina.
Cuando parecía que todo se le complicaba sus abogados Víctor Stinfale y Anibal Mathis, pidieron la excarcelación en base a una pericia que determinó que la falsificación de billetes que se le atribuye no estaba terminada. Por eso se pasó de un delito consumado a una tentativa de falsificación, lo que permitió que el juez Jorge Rodríguez le concediera la libertad.
Mientras esto ocurría, otra causa seguía su curso, era la que lo involucraba en la estafa al Banco Nación, sucursal Mendoza, por tres millones de dólares. En este caso Bellini respondió con su habitual desparpajo que «en febrero de 1990 me ofrecieron ir como personal de seguridad acompañando un dinero desde Buenos Aires hasta Mendoza. Acepte porque el pago era de 4.000 dólares. Yo no tengo nada que ver con eso».
Una vez libre, Daniel Bellini retornó a su trono en Pinar de Rocha. No conforme con manejar uno de los boliches más famosos de la Argentina, quiso ampliar su negocio y en el 2002 le hizo una oferta al empresario Rodolfo Yafar para comprar el ya desaparecido Complejo Castelar. Yafar se negó y según testimonios de la época, Bellini amenazó con «tomar» el lugar si no aceptaba su oferta. A los pocos días, la casa de Yafar fue incendiada. El propietario hizo la denuncia en la comisaría de Bella Vista. Una investigación periodística realizada por Roberto Cuzzani, asegura que cuando Yafar «se dirigió al Complejo Castelar donde cuatro personas le impidieron el ingreso. Uno de ellos le dijo: ‘el pelado está en la esquina’. Yafar se encontró con Bellini quien le dijo según consta en la denuncia penal: ‘si te quedó algún papel que demuestre que el Complejo es tuyo presentalo a la justicia’. «¿Vos me quemaste la casa?, preguntó Yafar. ‘Pensá lo que quieras’, contestó Bellini».
Tiempo después Rodolfo Yafar quedó detenido en la Comisaría de Castelar Norte, donde gozó de beneficios extraordinarios. Tenía teléfono celular en su celda, teve color y DVD. Gozaba de permisos especiales para visitar a su novia y otras libertades que lo convertían en un preso atípico, tantas libertades que se escapó, generando una nueva inquietud para Bellini que tuvo que reforzar su custodia cuando supo que su enemigo se había fugado.
Ahora el que está preso es Bellini. Que una vez más asegura ser inocente. Tiene de su lado a sus empleados que a través de una carta abierta manifestaron que «siempre encontramos en Daniel un abrazo al cruzarlo en los pasillos del complejo , una charla cuando tenemos algún inconveniente laboral o personal, y un ‘dale para adelante’ cuando le proponemos una nueva idea». Y hasta el propio padre de la víctima hizo también declaraciones elogiosas hacia su yerno, a pocas de morir su hija. Mientras tanto Bellini espera el juicio oral y la película sigue
Pinar de Rocha: más de 35 años de vigencia
HISTORIA DE UN LUGAR MÍTICO
A principios de los años 70, hubo una proliferación de boites, discotecas y nigth clubs, en la Capital Federal Africa y Mau-Mau, eran los templos elegidos. Pero de a poco la zona oeste, y específicamente Ramos Mejía se convirtió en el lugar predilecto para la diversión nocturna.
Cada fin de semana, decenas de miles de personas recorrían Ramos aprovechando una oferta increíble de boliches, algo comparable con pocos lugares del mundo, Juan de los Palotes, Camelot, Jona´s & Co., For Export, Stadium Bailapple, Crash, eran algunos de esos ámbitos preferidos por los jóvenes.
Pero la apertura de Pinar de Rocha fue algo monumental. La estructura del lugar marcó diferencia, se trataba del casco de la estancia de Dardo Rocha, que fue construida en 1869.
A principios de siglo, Dardo Rocha dejó la casona, que pasó a manos de Esteban Coronado, hijo de Martín Coronado, quien la conservó hasta 1927, año en que fue vendida a Ignacio Nicanor Coulin, que fallece en 1950, pasando la quinta a propiedad de su esposa, Carmen Badano, quien años más tarde, contrae enlace con Rodolfo P. Folco, prestigioso y conocido médico de la zona.
La pareja de Folco y Badano fue la que permitió que la esa lujosa casona rodeada se convirtiera en el centro estelar de las noches de fiesta.
Fue a fines de los 60 cuando nació la idea de crear allí algo más que un club nocturno, un lugar distinguido, señorial, diferente, atractivo por donde lo miren, alejado del centro porteño, pero no tanto. Finalmente se hace la remodelación que convierte al lugar en una especie de castillo medieval, rodeado de una añeja arboleda, con estatuas, fuentes, con abundancia de mármoles. En el interior, los arquitectos que diseñaron Pinar fueron pioneros con la tendencia de los ladrillos a la vista, combinados con llamativos tapices, una decena de desniveles, arcos combinados con impactos modernos en la iluminación que asombraban a quienes visitaban el lugar. El glamour del siglo XIX se mezclaba con la modernidad de los años 70 que recién nacía.
Por su escenario pasaron figuras como Julio Iglesias, Joan Manuel Serrat, Gloria Gaynor, Edy Grant, Franco Simone, Dyango, y también todos los grandes íconos del rock nacional como Charly García, Soda Stereo, Virus, Sumo, Los Redonditos de Ricota, Los Auténticos Decadentes, Los Fabulosos Cadillacs, etc… más todo aquel que buscando ser estrella presumía que Pinar de Rocha era un buen escalón para acceder a la fama. De hecho fue escenario de «debut» para algunas «estrellas» de hoy como Wanda Nara y Nazarena Velez.
Pinar tuvo otras remodelaciones, por ejemplo en los ’80 se incorporó el concepto de discoteca y ya en los’90 una nueva ampliación dio paso a la mega disco.
Pero no todo fue glamour, en los últimos tiempos Pinar renovó fama por sus jueves eróticos, que poco a poco se convirtió en marca registrada de la disco. No fueron pocas las denuncias y las polémicas desatadas por la práctica de sexo explícito en medio del escenario entre los protagonistas de los shows y los concurrentes al boliche.