PINAMAR- La película alemana de Christian Petzold, acerca de una sobreviviente de los campos de concentración nazis que intenta recuperar al hombre de su vida, abrió la jornada entre un público que observó su brillante factura formal al tiempo que señaló endebleces en su trama.
La inauguración estuvo a cargo de Carlos Morelli, creador y director general del encuentro anual, y el intendente local, Pedro Aníbal Elizalde, además de Juan Esteban Buono Repetto, vicepresidente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, quien hizo un vibrante alegato acerca del cine y la realidad histórica argentina.

Estuvo presente Graciela Borges, figura habitual en Pantalla Pinamar, y también se vio a Julieta Díaz, Marcedes Morán, María y Victoria Carreras, en un mar de gente que incluyó a la actriz alemana Nina Kunzendorf, su compatriota y cineasta Johannes Naber, y la danesa Brigitte Hjort Sorensen, así como diplomáticos extranjeros y funcionarios locales.
«Ave Fénix», de Christian Petzold, el nuevo chico rebelde de la cinematografía germana, relata las desventura de una cantante alemana (Nina Hoss) que regresa de un campo de concentración nazi con el rostro completamente desfigurado e intenta rehacer su vida.
Para ello cuenta con una íntima amiga (Nina Kunzendorf), de origen judío, que es prácticamente su sombra y la ayuda a buscar su recuperación con vistas a establecerse en un futuro cercano en Palestina, es decir, en el naciente Estado de Israel.
Hay un eminente cirujano que logra el milagro de reconstruirle un rostro parecido al que tuvo en su vida anterior -de todos modos la mujer no queda conforme con su nueva identidad- y mientras su amiga busca departamento en Haifa o Tel Aviv, ella busca a su marido pianista.
El hombre que en ningún momento sospecha de quién se trata la mujer que tiene adelante -es uno de esos casos donde el público sabe lo que el personaje ignora-, sólo está interesado en recuperar unas propiedades de quien supone su esposa muerta y trama una forma «creativa» para lograrlo.
Este filme obtuvo el premio Fipresci en el último Festival de San Sebastián y entusiasmó al hiperquinético Carlos Morelli en el de Toronto para incluirlo como película de apertura porque tiene sus valores: una impecable reproducción de época -las escenas del burleque remiten inevitablemente a Rainer Werner Fassbinder- y dos actrices de gran calibre.
Lo que se le puede objetar a cierto grado de inverosimilitud en la relación de la cantante y el hombre, que está tan convencido de que su esposa murió en un campo de concentración que en ningún momento duda de su parecer.
El verano terminó en la ciudad balnearia de Pinamar y eso se nota en la poca gente que camina por sus calles y habita sus numerosos bares y locales de comida, por lo que Pantalla Pinamar es el motor que está moviéndola, y eso se nota en el entusiasmo del público que acude a las salas y vive prácticamente en función del festival.
Para los próximos días se aguardan con entusiasmo «Mr. Turner», de Mike Leigh, con el inmenso Timothy Spall, «Tiempo de caníbales», del alemán Johannes Nebes, la uruguaya-argentina «El 5 de Talleres», de Adrián Biñez, y «Ocho apellidos vascos», de Emilio Martínez Lázaro, entre otros títulos al parecer valiosos.
Llama la atención el interés de las delegaciones extranjeras por películas argentinas como «La historia oficial», de Luis Puenzo, que ganó el primer Oscar patrio hace 29 años y suscita esa curiosidad, tal vez por su tema o porque fue muy publicitada en su momento.