Un día como hoy…

7 de mayo
(1919) Nace Evita
María Eva Duarte de Perón nace en Los Todos. Fue la quinta hija. Juan Duarte, había llegado allí a comienzos de siglo y había arrendado el campo de La Unión con ánimo de prosperar. Migró a Buenos Aires a los 15 años y en 1935 debutó profesionalmente con una breve participación en la obra «La señora de los Pérez». Ese mismo año fue contratada por la Compañía Argentina de Comedias Cómicas y salió en una gira de cuatro meses por Rosario, Mendoza y Córdoba. Lentamente fue logrando reconocimiento como actriz, en 1937 obtuvo su primer papel en radioteatro en la obra «Oro blanco» y debutó en el cine con la película «¡Segundos afuera!», con Pedro Quartucci, Luis Sandrini y Pepe Arias. Luego participaría en varias películas. También participó de radioteatros, como «Los jazmines del ochenta», «Los amores de Schubert «y «Grandes mujeres de todos los tiempos». En 1943 fue una de las fundadoras de la Asociación Radial Argentina (ARA), de la que fue electa presidenta en 1944, año en el que conoció a Perón, entonces secretario de Estado, en un acto de recaudación de fondos para las víctimas del terremoto de San Juan. Ya casada con Perón, participó activamente en la campaña
electoral en 1946. El 24 de febrero de ese año, la fórmula Perón-Quijano fue electa con el 54% de los votos. El 1 de mayo de 1946 Perón asumió como presidente y Eva pasó a desempeñar el puesto de primera dama. Los años de apogeo del poder de Evita rondan el 50 y el 51, años en los que se enfrentarían con la enfermedad y su última elección: ¿ser vicepresidenta de la Nación? El primer signo de su enfermedad apareció el 9 de enero de 1950 cuando cayó desfallecida en un acto inaugural del sindicato de taxistas en Puerto Nuevo. El 13 de enero la Subsecretaría de Informaciones anunció que la esposa del primer mandatario debería alejarse temporalmente de sus actividades e, incluso, internarse por unos días para una pequeña intervención quirúrgica. El 14 de febrero sufrió un nuevo desmayo y fue trasladada a la residencia presidencial de la avenida Libertador. A los 15 días del incidente volvió a su ritmo de trabajo, en la Secretaría de Trabajo y Previsión. En 1951 ya su ritmo de trabajo había descendido considerablemente y los dolores comenzaban a postrarla. El 2 de agosto de 1951 la CGT pidió a Perón que aceptara la reelección (posible a partir de la reforma constitucional de 1949) y expresó su anhelo de que Evita lo acompañara en la fórmula. El 22 de agosto, en una multitudinaria concentración sobre la avenida 9 de Julio, se reiteró la adhesión y el pedido de aceptación en el Cabildo Abierto del Justicialismo. Allí Evita se dirigió a la multitud, pero eludió en su discurso la respuesta. El 31 de agosto renunció por la cadena nacional de radiodifusión. El 28 de septiembre las masas populares se dirigían a la Plaza de Mayo. Surgió la primera confirmación oficial de que Evita estaba padeciendo una leve anemia. Estaba tratándose con transfusiones de sangre y debía descansar, y por eso no se presentaría ante la multitud. El 15 de octubre, dos días antes de la fecha histórica, Eva lanzó su libro «La razón de mi vida», con una primera edición de 300 mil ejemplares y excelentes críticas en los círculos literarios. El 17 de octubre pudo, por primera vez en 24 días, levantarse de su cama para asistir vestida de negro al acto. La CGT le entregó la Distinción del Reconocimiento y, el presidente Perón, la Gran Medalla Peronista en Grado Extraordinario. El 5 de noviembre la operó el prestigioso médico norteamericano George Pack, especialista en cáncer. En su pronóstico advirtió que, de mantener reposo absoluto, en un plazo de seis a doce meses se podría prolongar su vida. Sin embargo, todos los datos coinciden en afirmar que la operación a la que fue sometida entonces fue tardía: el cáncer ya había producido metástasis en su cuerpo. El 1° de mayo asistió al acto junto a Perón. El pueblo, al verla, la alentó a decir su discurso, el último y el más fuerte en su contenido doctrinario en apoyo al ideario peronista. Al terminar, cayó en brazos de Perón. El 7 de mayo cumplió años y recibió el título de Jefa Espiritual de la Nación.
Falleció el 26 de julio de 1952.
Eva por Felipe Pigna
¿Eva fue una intrépida?Sí, era una intrépida. En general los intrépidos, los buenos intrépidos, son aquellos que se animan a un poco más, y Evita es un caso así. No creo en la predestinación, no soy calvinista, pero el seguir y seguir contra todo, porque le dijeron siempre que no y ella siempre fue por el sí, creo que la convierte en una buena intrépida. Ella tenía una sensibilidad especial para con la injusticia, lo habla en La razón de mi vida, pero como toda chica del interior y de pueblo, quería ser actriz y figurar en las revistas. Ella queda muy deslumbrada con Buenos Aires en un sentido negativo, le parece una ciudad tremendamente injusta, esa es la primera impresión social que se puede ver. Hay viajes previos de ella, pero cuando se viene a quedar, es una migrante más. Deja el campo para venir a buscar trabajo y deambula, con la diferencia de que ella se pone en la cabeza que quiere ser algo y no otra cosa, no quiere ser oficinista, quiere ser actriz.

–Tampoco vino a buscar un marido que la salvara, algo muy común en esa época, ¿no?

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–No un marido que la mantuviera, sí alguna pareja de conveniencia en algún momento, pero no el matrimonio como salvación. Era una época tremenda para la mujer y más queriendo ser actriz. Regía el derecho de pernada, “querés ser actriz, tenés que pasar por mi cama”, algo que no ha desaparecido aún, pero en ese momento la mujer estaba más indefensa. Ella estaba expuesta a esto, contó sus rechazos y que alguna vez lo tuvo que hacer, pero lo intrépido de Evita no está tanto en ese momento sino en lo que viene después, lanzarse a hacer lo que hizo, como ir a visitar los principales países del mundo.

–¿El motor de Eva era propio o era por amor a Perón?

–Creo que es algo propio, que se convierte en algo propio, incluso creo que ella llega a construir poder independientemente de Perón, obviamente con el aval de Perón. De las ramas más importantes dentro del peronismo ella manejaba dos, la femenina y la sindical. Se encargaba de los sindicatos y su tarea estaba dividida entre la Fundación Eva Perón, la rama femenina y el sindicalismo. Tenía un poder muy importante y gran conciencia de lo que estaba haciendo, y creo que lo hace con mucha autenticidad. Eso lo demuestra su gran compromiso, un compromiso de piel, de estar diez horas, doce horas, incluso enferma, atendiendo a la gente.

–¿Es más fácil o más difícil escribir sobre alguien de quien ya se escribió tanto?

–Es más difícil, ayuda que haya mucho investigado, pero uno siempre tiene que constatar, constatar y constatar si quiere hacer un libro serio, y además porque uno está tratando de buscar otra lectura, otra forma de verlo. Yo busqué darle importancia a que ella jugó políticamente y no a la visión generalmente un poco paternalista que la muestra como apéndice de Perón o como un personaje folklórico. Mi mensaje, su último libro, ahí está claramente.

–¿En qué momento Eva empieza a prepararse?

–Era una mujer muy inteligente, con una gran capacidad de aprendizaje y efectivamente no tenía una gran educación, pero sí una capacidad de aprender y elaborar conceptos propios. Ella leía mucho, empezó a partir de Perón, creo que es una gran alumna, su mejor alumna. Al estar al lado de Perón, que era un tipo muy formado, sintió que se tenía que preparar. Por eso, la acusación de frívola es ridícula, si hay algo que no era Evita es frívola. Le gustaban las pieles, las joyas, los vestidos y a la gente que la seguía le encantaba verla como una reina, es lo que la mentalidad pequeño burguesa no puede entender.

–¿Qué es lo nuevo que encontró?

–La cuestión de la lobotomía. En 2011 salió un artículo en La Nación que refería a una supuesta lobotomía practicada a Evita en junio del 52 con el objetivo de evitarle los dolores tremendos que tenía. Era una práctica bastante común, en los Estados Unidos se hacían entre 30 y 50 mil por año. Ya no se hace porque es una barbaridad, la persona queda prácticamente como un vegetal. Esto está absolutamente desmentido por los testigos presenciales y particularmente por María Eugenia, la enfermera que estuvo con ella todo el tiempo y hubiera sido la primera en enterarse de una operación. Los datos que se aportaban sobre el tema son extremadamente dudosos, eran unas placas que se mostraban en un documental de Tristán Bauer. A partir de eso se hizo la hipótesis, y la verdad es que no sé cuál es el objetivo, querrán tratar de anular ese período de agonía en el que terminó de escribir Mi mensaje, un libro en el que deja una fuerte postura contra la Iglesia, los militares, el poder. En un momento se dijo que no era de ella, pero después se hicieron las pruebas de caligrafía y se determinó que era de Evita. Probablemente la intención sea decir que eso no fue verdad, que Evita estaba lobotomizada, pero la verdad es que no, incluso hay discursos de despedida grabados con total lucidez.

–Hay un accidente en su infancia que tampoco es muy conocido.

–Sí, es otra cosa poco conocida, Evita se quemó la cara con aceite en un accidente. Fue una tragedia familiar, y después, cuando le crece la piel, le crece que parece de porcelana. Perón incluso habla de la tersura de la piel, de la blancura de la piel. Era muy chiquita cuando le pasó.

–¿Cuándo tuvo su primer contacto con Eva?

–En mi familia, que era antiperonista, siempre escuché hablar mal de ella, pero mi hermana, que empezó a militar en la JP, fue la primera que me empezó a hablar bien de Evita, por eso le dedico el libro, después yo también empecé a militar y a conocer a otra Evita.

–¿Por qué Eva no se opera?

–Creo que hay un poco de omnipotencia, de “no tengo tiempo”, de “tengo que seguir para adelante”. Les pasa mucho a estos personajes: Napoleón no se dejaba atender, siempre tenía algo que hacer, el médico de San Martín le recomendó reposo y el tipo tenía que cruzar los Andes.

“Evita se quemó la cara con aceite en un accidente. Era muy chica y después, cuando le crece la piel, parece de porcelana”

–¿Y cómo era la relación de pareja?

–Era una pareja con baja líbido, según cuentan todos, Perón era un tipo con una líbido muy volcada a lo político, no se preocupaba mucho por las mujeres, y la relación era de poco tiempo, cuando ella venía, él se iba, ella llegaba a las cuatro o cinco de la mañana de trabajar, dormía muy poco y a las diez ya arrancaba para la Fundación, le decía al chofer: “Vamos para la boîte”. ¿Por qué a la boite? Porque decía: “Ahí los hago bailar a todos”.

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